IGLESIA REFORMADA ESCOCESA (Presbiteriana):

Bellingham, Northumberland (Pueblo y Parroquia civil)

Ministro Alexander Brown (1° Ministerio; 1808-1847)


Ficha de comunión cuadrada.

Ca. 1808-1847. Peltre

19,20 x 19,00 mm; 3,83 g


Con las iniciales "A B B", correspondientes a "Alexander Brown (ministro) de Bellingham".


Burzinski #56; [XF]


……………………………………………


*LAS FICHAS DE COMUNIÓN DE LAS IGLESIAS ESCOCESAS:*


El uso de “fichas de comunión” fue un rasgo muy común, hace algunos siglos, dentro de la Iglesia Presbiteriana. Una práctica especialmente habitual dentro de la Iglesia Escocesa Reformada. Su uso, se basa en las sugerencias del mismísimo Juan Calvino, quien recomendaba su utilización “…para evitar que la mesa del Señor sea profanada”.


Los hugonotes en Francia y los presbiterianos en Escocia, comenzaron a seguir el consejo de Calvino en 1560. Sólo aquellos instruidos en la fe reformada recibieron fichas para la admisión a la Cena del Señor, y a nadie sin una ficha se le permitió participar la comunión.


En este punto hay que aclarar que, en la Iglesia Presbiteriana, la comunión se daba una o dos veces por año, como una ocasión especial, y no se hacía cada domingo en misa, como es habitual entre los católicos. A menudo se reunían varias congregaciones y, debido a la gran multitud, celebraban servicios al aire libre.


Un par de días antes del servicio de comunión, el ministro y los ancianos interrogaron a los miembros de su congregación sobre sus creencias y comportamiento. Sólo aquellos que mostraban un conocimiento adecuado de la fe y se consideraba que vivían una vida recta recibían las preciadas fichas. Durante el servicio de comunión, los comulgantes se acercaban y se sentaban en largas mesas donde entregaban sus fichas y recibían el sacramento. De más está decir que quienes no participaban de la ceremonia, porque no se les había otorgado la ficha, quedaban expuestos y mal vistos ante el resto de la comunidad. Es por ello la importancia de estas fichas, que incluso, llegaron a ser falsificadas, con la esperanza de que quien la portara, pudiera acceder a la comunión.


La mayoría de las fichas se fundieron o estamparon en plomo o peltre, pero se utilizaron otros materiales, como latón, cobre, plata, níquel, zinc, cerámica, madera, papel impreso, etc. 


Estas fichas estaban marcadas con las iniciales del nombre de la iglesia o del ministro y, a veces, con una fecha. Además, otras veces, incluso indican el número de mesa que le correspondía al propietario durante la celebración de la comunión. El uso de estos tokens comenzó a declinar en el siglo XIX, pero muchas iglesias mantuvieron la costumbre incluso durante el siglo XX.

Escocia - Ficha de comunión - Bellingham (Northumberland) - 1808-1847

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IGLESIA REFORMADA ESCOCESA (Presbiteriana):

Bellingham, Northumberland (Pueblo y Parroquia civil)

Ministro Alexander Brown (1° Ministerio; 1808-1847)


Ficha de comunión cuadrada.

Ca. 1808-1847. Peltre

19,20 x 19,00 mm; 3,83 g


Con las iniciales "A B B", correspondientes a "Alexander Brown (ministro) de Bellingham".


Burzinski #56; [XF]


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*LAS FICHAS DE COMUNIÓN DE LAS IGLESIAS ESCOCESAS:*


El uso de “fichas de comunión” fue un rasgo muy común, hace algunos siglos, dentro de la Iglesia Presbiteriana. Una práctica especialmente habitual dentro de la Iglesia Escocesa Reformada. Su uso, se basa en las sugerencias del mismísimo Juan Calvino, quien recomendaba su utilización “…para evitar que la mesa del Señor sea profanada”.


Los hugonotes en Francia y los presbiterianos en Escocia, comenzaron a seguir el consejo de Calvino en 1560. Sólo aquellos instruidos en la fe reformada recibieron fichas para la admisión a la Cena del Señor, y a nadie sin una ficha se le permitió participar la comunión.


En este punto hay que aclarar que, en la Iglesia Presbiteriana, la comunión se daba una o dos veces por año, como una ocasión especial, y no se hacía cada domingo en misa, como es habitual entre los católicos. A menudo se reunían varias congregaciones y, debido a la gran multitud, celebraban servicios al aire libre.


Un par de días antes del servicio de comunión, el ministro y los ancianos interrogaron a los miembros de su congregación sobre sus creencias y comportamiento. Sólo aquellos que mostraban un conocimiento adecuado de la fe y se consideraba que vivían una vida recta recibían las preciadas fichas. Durante el servicio de comunión, los comulgantes se acercaban y se sentaban en largas mesas donde entregaban sus fichas y recibían el sacramento. De más está decir que quienes no participaban de la ceremonia, porque no se les había otorgado la ficha, quedaban expuestos y mal vistos ante el resto de la comunidad. Es por ello la importancia de estas fichas, que incluso, llegaron a ser falsificadas, con la esperanza de que quien la portara, pudiera acceder a la comunión.


La mayoría de las fichas se fundieron o estamparon en plomo o peltre, pero se utilizaron otros materiales, como latón, cobre, plata, níquel, zinc, cerámica, madera, papel impreso, etc. 


Estas fichas estaban marcadas con las iniciales del nombre de la iglesia o del ministro y, a veces, con una fecha. Además, otras veces, incluso indican el número de mesa que le correspondía al propietario durante la celebración de la comunión. El uso de estos tokens comenzó a declinar en el siglo XIX, pero muchas iglesias mantuvieron la costumbre incluso durante el siglo XX.

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