COSTA RICA (Primera República; 1848-1948):
Boleto cafetalero.
Francisco Montealegre.
Sin indicación del valor
Baquelita (roja); 21,50 mm; 0,89 g.
Ca. Finales del siglo XIX o principios del siglo XX.
Ficha cafetalera de una hacienda desconocida, probablemente, de Francisco Montealegre, el famoso político y empresario costarricense del siglo XIX.
Los boletos cafetaleros (“fichas del café”) fueron una especie de moneda privada con la que se le pagaba a los trabajadores que efectuaban la recogida del café dentro de fincas o haciendas en Costa Rica, Colombia y otros países de américa. Los trabajadores, a su vez, los cambiaban en los comercios del pueblo. Su uso como medio de pago está atestiguado desde mediados del siglo XIX. Los caficultuores más pudientes, mandaban a fabricar estos tokens a Europa o EE.UU.
Muchas veces, la capacidad de “pago” de estas fichas estaba restringida solamente a establecimientos que eran propiedad de los dueños de las fincas, vendiendo muchas veces los productos de primera necesidad a precios exorbitantes.
Por esta razón, los patrones obtenían una doble ganancia: por un lado, no utilizaban el dinero, el cual podía ser invertido en bienes de capital y producción. Por otro lado, lucraba con la venta de la mercadería a los trabajadores agrícolas. En cierta forma, era una forma de autofinanciamiento.
$13.061,43
COSTA RICA (Primera República; 1848-1948):
Boleto cafetalero.
Francisco Montealegre.
Sin indicación del valor
Baquelita (roja); 21,50 mm; 0,89 g.
Ca. Finales del siglo XIX o principios del siglo XX.
Ficha cafetalera de una hacienda desconocida, probablemente, de Francisco Montealegre, el famoso político y empresario costarricense del siglo XIX.
Los boletos cafetaleros (“fichas del café”) fueron una especie de moneda privada con la que se le pagaba a los trabajadores que efectuaban la recogida del café dentro de fincas o haciendas en Costa Rica, Colombia y otros países de américa. Los trabajadores, a su vez, los cambiaban en los comercios del pueblo. Su uso como medio de pago está atestiguado desde mediados del siglo XIX. Los caficultuores más pudientes, mandaban a fabricar estos tokens a Europa o EE.UU.
Muchas veces, la capacidad de “pago” de estas fichas estaba restringida solamente a establecimientos que eran propiedad de los dueños de las fincas, vendiendo muchas veces los productos de primera necesidad a precios exorbitantes.
Por esta razón, los patrones obtenían una doble ganancia: por un lado, no utilizaban el dinero, el cual podía ser invertido en bienes de capital y producción. Por otro lado, lucraba con la venta de la mercadería a los trabajadores agrícolas. En cierta forma, era una forma de autofinanciamiento.